lunes, noviembre 20, 2006

La sudoración excesiva puede provocar "fobia social"
El doctor Salvador Laguarda, del servicio de Dermatología del Hospital Casa de Salud de Valencia (España), alertó este domingo de que la sudoración excesiva en manos y pies, llamada hiperhidrosis palmar o palmoplantar, puede provocar, en ocasiones, "incapacidad laboral" o incluso "fobia social". Al respecto, el facultativo explicó, a través de un comunicado del centro sanitario, que este problema, que afecta a alrededor del 1 por ciento de la población, "si no se trata, hay en algunos casos en los que puede llegar a perjudicar a la vida diaria de las personas, ya que ellas mismas piensan, por ejemplo, cuando van al trabajo, que sudan mucho, y ese mismo pensamiento les hace sudar más, lo que acaba por provocarles una incapacidad laboral".
Indicó que el perfil de las personas que suelen padecer este problema responde tanto a hombres como a mujeres, que tiene entre 20 y 30 años y, sobre todo, subrayó, "en los estudiantes, que se suelen poner muy nerviosos ante la época de exámenes y este estado, en ocasiones, les produce sudar excesivamente". En este sentido, comentó que este problema aparece en personas "muy nerviosas" y "bastante hiperactivas" y, alguna vez, aunque "no está demostrado", señaló, "tiene un origen genético". No obstante, el doctor Laguarda destacó que es un problema "con solución en la mayoría de los casos". Para ello, explicó que en primer lugar, se suele tratar con cremas y, si no dan resultado, se recurre a la técnica del ´botox´, que es una inyección de una toxina que paraliza el sudor. Si ninguna de estas alternativas da resultado, matizó, se puede recurrir en último término a la técnica quirúrgica, aunque el especialista no la recomendó por "los posibles efectos que puede conllevar", según resaltó. También, dijo, se puede tratar el problema con acupuntura, con el objetivo de ver si controlando la ansiedad del paciente, añadió, "y el nerviosismo, le desaparece esa sudoración excesiva", concluyó.

martes, noviembre 14, 2006

Vergüenza a flor de piel
El rubor es una reacción natural ante estímulos físicos o psicológicos, pero el miedo a sonrojarse, sobre todo en situaciones sociales, puede derivar en un trastorno mental.
Como un tomate. La cara de algunas personas se vuelve literalmente roja cuando pasan vergüenza. El rubor es una reacción fisiológica natural ante estímulos físicos -cambios de temperatura, esfuerzo, consumo de alcohol...- o psicológicos -ansiedad, nervios, vergüenza...- y hay individuos más propensos porque tienen la piel más clara, más fina o con mayor densidad de pequeños vasos sanguíneos. Ciertos sujetos atraviesan un verdadero tormento cuando les salen los colores, hasta el punto de que evitan las situaciones que asocian al enrojecimiento facial. Cuando ese temor a sonrojarse adquiere la categoría de una fobia, algunas personas se plantean someterse a tratamiento psicológico. Otras prefieren un método más expeditivo y optan por la cirugía: la simpatectomía torácica consiste en la extirpación de unos ganglios del sistema nervioso simpático que controlan la circulación de la sangre en la parte superior del cuerpo y está indicado en algunos casos extremos de enrojecimiento facial.
El psicólogo Antonio Luis Maldonado, del Centro Psicológico Alborán de Granada (España), explica que el rubor forma parte de la reacción de los seres humanos frente a una situación peligrosa, que implica cambios como el aumento del ritmo cardiaco, la tasa respiratoria y la tensión arterial o la dilatación de las pupilas. Esta respuesta inmediata prepara al sujeto «para luchar o huir»: con esos cambios mejora su visión periférica, activa su musculatura y, a causa de la «vasoconstricción periférica», previene un desangramiento en caso de resultar herido. A diferencia de los animales, recuerda, los humanos somos capaces de ejercitar esta respuesta ante una situación peligrosa no real, sino imaginaria.
«Hay que dejar totalmente claro que el rubor ni es una enfermedad ni es un trastorno psicológico, sino que es una reacción fisiológica totalmente normal -insiste Maldonado-. Lo que es un trastorno psicológico es la fobia o el miedo al rubor, también llamada ereutofobia» (del griego 'ereutos', 'rojo', descrita por primera vez en el siglo XIX).
El psicólogo explica que el rubor facial llega a producir miedo por dos vías distintas. Por un lado, por «experiencias aversivas directas», es decir, porque la persona ha sido objeto de burlas o risas por ponerse colorada delante de otros, por lo que una sensación que antes era neutra (notar calor en la cara, puesto que uno no suele verse a sí mismo sofocado) empieza a ser temida. El segundo mecanismo es el «condicionamiento clásico» que estudió Pavlov en su famoso perro: «Como ese rubor aparece en situaciones que producen ansiedad, por ejemplo hablar en público o cometer un error social, adquiere la capacidad de producir ansiedad». En cualquiera de los dos casos, el sonrojo acaba convirtiéndose en una obsesión y, cuanto más se le teme, más fácil es 'encenderse'.
Quien padece esta fobia, destaca el psicólogo, evita las situaciones que le sacan los colores, que generalmente son sociales. Es raro que alguien esté preocupado por ponerse rojo cuando está solo en su casa; lo que le agobia es que alguien lo vea y se ría. «Como en otras fobias, hay también ansiedad anticipatoria», describe el especialista. El afectado se tortura de antemano: «Cuando hable en clase me voy a poner colorado, se reirán de mí, pensarán que estoy nervioso, que soy raro, todos lo van a notar...».
Maldonado asegura que raramente se presenta la fobia al rubor en solitario; es más frecuente que ese miedo sea un síntoma más dentro de una fobia social. Así, la mayoría de los afectados experimentan también otras sensaciones desagradables en su relación con las demás personas -temblor, taquicardia, sudor...- y es frecuente que padezcan «cierto déficit en habilidades sociales», o sea, problemas para comunicarse con los demás en escenarios cotidianos y tendencia al aislamiento.
El psicólogo, que aplica en su consulta el modelo conductual, destaca que el tratamiento más adecuado para la ereutofobia es «la exposición gradual en vivo con prevención de respuesta». En resumen, se trata de que el paciente se someta a las situaciones que le producen fobia, pero gradualmente: comenzará entrenando una situación social poco agobiante para él (por ejemplo, esperar en la cola del banco), cuando la tenga superada pasará a una que le produzca más bochorno (podría ser entablar una conversación casual con un desconocido) y terminará con lo que considere el colmo de lo sonrojante (una opción es intervenir en un coloquio público).
Si el temor a ruborizarse forma parte de una fobia social, agrega, habrá que aplicar también otros tratamientos, como el entrenamiento de habilidades sociales -aprender a iniciar y mantener conversaciones con conocidos y con desconocidos, decir no, pedir cosas, expresar emociones positivas y negativas, recibir críticas...-, programas de mejora de autoestima y modificación de pensamientos negativos. Algunos ejercicios se hacen en la consulta -mediante un juego de rol con el psicólogo o en grupo con otros pacientes- y otros en la vida real.
Antonio Luis Maldonado es contrario a 'operar' este problema sin probar antes soluciones menos radicales, ya que la eficacia del tratamiento psicológico de las fobias es «cercana al 100%». A su juicio, las técnicas quirúrgicas no tendrían que considerarse como primera opción; antes, los afectados deberían saber que hay alternativas para curar la fobia al rubor o la fobia social.
«Me parece una barbaridad que a una persona, no porque tiene rubor, sino porque tiene miedo al rubor, se le haga una intervención quirúrgica -indica-. En la fobia social también hay miedo a que otros te vean el temblor o el sudor. ¿Qué le extirpamos para que no tiemble? Y si tiene miedo a los ascensores, ¿qué hay que hacer, extirpar todos los ascensores de España...?». Lo correcto, afirma, es lo contrario: «En las fobias no hay que eliminar el estímulo fóbico, sino enfrentarse a él y darse cuenta de que no es peligroso, de que no pasa nada».
MÁS INFORMACIÓN
Antonio Luis Maldonado
Centro de Psicología Alborán
C/ Pedro Antonio de Alarcón, 41, 3º G
Granada (España)
Tel. 958 26 50 16
MÁS INFORMACIÓN
Instituto Klein
C/Europa 22, 2ª 3ª
08028 Barcelona (España)
Tel. 93 552 66 34

martes, noviembre 07, 2006

Las personas que padecen acné pueden sufrir fobia social
Entre el 50% y el 60% de las personas que padecen acné leve o moderado mejoran durante el verano debido a los efectos del sol y el descanso, pero el efecto rebote hace que al finalizar esta estación el 90% de los enfermos empeore, según explica el grupo de dermatólogos Amigos del Acné.
Los expertos recuerdan que el acné, que afecta al 80% de la población, es la enfermedad más frecuente de la piel, y tiene además un "gran impacto psicológico" en el 40% de los adolescentes y el 30% de los adultos que lo padecen. Los niveles de alteración emocional, social y psicológica de las personas que sufren acné son similares a los descritos en enfermedades más graves como asma o epilepsia, y provocan en los pacientes tendencia al retraimiento, fobia social, depresión, ansiedad e irritabilidad. Por ello, este grupo de 25 dermatólogos de diversas provincias españolas ha puesto en marcha, junto con Laboratorios Galerma, dos páginas web que ofrecen información y asesoramiento sobre la enfermedad.
El portal www.acneportal.com se dirige a la población en general mientras www.amigosdelacne.com va dirigida a la comunidad médica.